miércoles, 9 de julio de 2014
En relación a las últimas convocatorias del Ministerio de Cultura
"El trabajo de
un arquitecto y su participación en la ciudad".
Reflexiones Personales:
El malestar
de gran parte del gremio va en aumento luego de los últimos concursos
realizados por el Ministerio de Cultura
y la omisión del Colegio de Arquitectos del Perú en relación a la protección
del ejercicio profesional.
Finalmente
todo este mal entendido pareciera responder a una profunda ignorancia colectiva,
permitiendo también relacionar esta realidad a la corrupción generalizada que
atraviesa nuestro país.
Con este
escrito pretendo llamar la atención de colegas y amigos, aquellos que conocen bien nuestro rol profesional y/o aquellos que no tienen ni la menor idea de
para qué sirve el trabajo de un arquitecto. Para estos últimos hago una breve descripción de nuestro trabajo:
El arquitecto
trabaja en la elaboración de proyectos para el óptimo desarrollo del ser humano
y las funciones que este demanda. En nuestro país, la arquitectura se encuentra
estrechamente relacionada al urbanismo y es por ello que la las intervenciones
que realizamos en el Perú conllevan una responsabilidad adicional relacionada al
progreso de las ciudades. Es aquí donde las normas empiezan a desequilibrar el
sano crecimiento de la ciudad y los débiles parámetros normativos no tienen la
capacidad de asegurar el desarrollo de una ciudad sustentable y segura para sus
ciudadanos. La productividad económica va primero y en un segundo plano la
responsabilidad social y la salud de sus habitantes.
En nuestro
país, la “sana” planificación urbana no existe y si la hubo quedó sumergida en
“buenas intenciones” que no cumplieron los objetivos necesarios para el
crecimiento de la ciudad.
En cuanto a
la arquitectura en sí, en relación a la elaboración de proyectos específicos de
edificaciones determinadas, la producción está distorsionada y se ve afectada
negativamente por la falta de control de la enseñanza en las facultades de
arquitectura.
Si hasta aquí
usted cree que el rol del arquitecto es hacer una edificación “más bonita”, no
tiene ni la menor idea de lo que contempla nuestra profesión.
El tema
académico podría ser fuente inagotable de críticas, la falta de investigación y
el nivel deplorable de docentes y directivos se ve reflejado en el ejercicio
diario de la profesión en nuestras ciudades.
Pero en esta
ocasión prefiero no profundizar en la crítica académica, en todo caso habría que
reclamar y responsabilizar al CAP por colegiar sin certeza de calidad
profesional a todo aquel que egresa de una facultad de arquitectura en el Perú.
Retomando el tema urbano, las ciudades
deben contemplar un plan de crecimiento regulado y en nuestro caso el
crecimiento vertical es desacertado. No contamos con la tecnología adecuada ni
con las investigaciones precisas. Sin embargo, contamos con un extenso
territorio que está siendo descuidado y que en respuesta a esta negligencia las
invasiones están acorralando las posibilidades futuras de mantener nuestras
ciudades saludables.
El centralismo que vive el país es
similar al cáncer de un ciudadano de clase alta que sabe del mal pero igual
trata de disfrutar al máximo de sus riquezas y no hace nada para mejorar su
salud, logrando así un pronóstico nefasto para su futuro.
En cuanto al desarrollo de proyectos
arquitectónicos y en esta ocasión en relación a los concursos de ideas
convocados por el ministerio de cultura. La intervención del arquitecto se inserta
en la ciudad, dentro de un plan urbano que regula el proyecto a elaborar (por
lo menos debería haberse contemplado dentro del estudio de impacto ambiental).
El diseño debe velar por el óptimo funcionamiento de los espacios requeridos y
la mejor viabilidad en la construcción de los mismos. El pre dimensionamiento
de la estructura tiene que ser considerado en el anteproyecto arquitectónico y
no debe darse rienda suelta a los estructuralistas quienes no necesariamente
tienen los conocimientos para asegurar la mejor funcionalidad en los espacios
proyectados. Si no contemplamos una partida económica para cubrir los costos de
la arquitectura el resultado contará con un alto riesgo de ineficiencia y el
ahorro será "una bicoca" en comparación al costo que este hecho ahorrativo representa (sin arquitecto el resultado es más caro). Por
otro lado, si el meollo de estos concursos risibles del ministerio radica en que
otro arquitecto desarrollará el diseño final, para que tanta parafernalia?
Lamentablemente genera suspicacias y obviamente no es transparente ni justo
para el sano ejercicio de nuestra profesión.
A usted señor que está leyendo este
artículo, si va a construir una vivienda, un edificio o cualquier edificación:
contrate un arquitecto, es probable que esté haya estudiado más de 5 años para
ofrecerle un óptimo resultado. La falta de proyección arquitectónica lo
llevara a cometer muchos errores y le aseguro que el costo monetario será mayor
al que esperaba.
Ojo, el arquitecto es un ser humano
como todos los demás. Suelen tener familia y requieren de un reconocimiento
para poder continuar existiendo en el rubro económico, para continuar
estudiando e investigando en aras de lograr óptimos resultados para nuestras
ciudades y sus habitantes.
PD: Si el ministerio de cultura en sus
últimos concursos no considera una remuneración económica para nuestra
participación, no crea que es lo correcto y ético.
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