“La arquitectura moderna no es un estilo, sino una forma de vida”.
Marcel Breuer.

martes, 6 de noviembre de 2012

Reflexiones: La Enseñanza en la Arquitectura.



  1. Aquí les dejo un mail de carácter anónimo que me escribieron en relación a la enseñanza de la arquitectura en nuestras escuelas. En el texto se indica que la autoria es de un alumno, aunque pareciera contar con la seriedad de alguien con mas experiencia, manifestando cierta inconformidad con la enseñanza recibida o experimentada y finalmente con cierta desilución .


Al final del escrito expongo mis comentarios y apreciaciones.





La enseñanza de la arquitectura en el Perú
Desde el punto de vista de un alumno.


Si bien ya reiteradas veces he leído acerca de las diversas situaciones que afectan a la enseñanza de la arquitectura en el Perú y de por qué es así y de por qué o porque no de otra manera, bastó que leyera uno más, que afortunadamente (o desafortunadamente) fue el suyo el que me impulsara a escribirle una opinión sobre el ya recurrente tópico, entiéndase por tanto el siguiente texto como opinión personal y se basan en mi experiencia como estudiante de arquitectura.
La pregunta básica es: ¿Por qué en todos los artículos que leí ninguno hace ni siquiera una ligera referencia a la opinión del alumno? Entiéndase esta opinión acerca de que piensa él de cómo y qué se le enseña.
La mayoría de artículos señalan y disertan a lo que suponen el alumno aprende, entiende y como responde a las lecciones aprendidas, suposiciones que tienen un alto porcentaje de conducir a un error.
Considero que he tenido profesores muy buenos, y algunos solo buenos, mas no me gusto para nada su forma de enseñar la arquitectura, de hecho los mejores hablaban de la arquitectura como algo muerto y cuadriculado, ¿Y dónde quedo el sentimiento en la arquitectura? ¿Qué acaso cuando uno es profesor ya no se emociona al hablar de un edificio? Vi en muchos, y con mucha tristeza, la exaltación estética disminuida, para expresar mejor esta idea, tomare como un ejemplo una de las frases de Luis Barragán, arquitecto (ingeniero) del cual logro expresar mejor a lo que torpemente me refiero.
“En proporción alarmante han desaparecido en las publicaciones dedicadas a la arquitectura las palabras belleza, inspiración, embrujo, magia, sortilegio, encantamiento y también otras como serenidad, silencio, intimidad y asombro. Todas ellas han encontrado amorosa acogida en mi alma” […]
Si se pretende que los arquitectos seamos artistas pues seámoslo, la arquitectura es la más sublime de las artes, porque es la única funcional, no me refiero a esta manifestación con llevar la arquitectura a las formas vanas del postmodernismo o la racionalización extrema y sinceridad desnuda del modernismo (arto referidos en esta clase de artículos) sino, a nuestra capacidad como arquitectos/artistas de emocionar otra vez a las personas, no por cuán grande sean las dimensiones de la luz en un ambiente o porque tan imposible de construir parece nuestro edificio, busquemos esa sutileza, dejémosle algo a las personas, cliente, usuario, que se sienta feliz de vivir en su casa, cada uno de los días que despierte en ella, no le digamos que es, dejemos que sienta emoción por vivir. ¿No es acaso esto tan válido como la distribución funcional en una vivienda? ¿Entonces que paso?
Llegue a mis primeras clases en la facultad esperando cinco años de trabajar con una base similar, y no recuerdo una sola vez en el transcurso de la carrera en la que algo remotamente parecido se haya mencionado en el salón de clases, y Dios sabe que lo anhelé, y sabe también que muchos otros lo desearon, prueba de esto son las interminables conversaciones de arquitectura, o porque cualquier reunión de amigos se convertía, inevitablemente, en una discusión arquitectónica, cuando éramos jóvenes respirábamos arquitectura, poco antes de salir de la universidad ya no respirábamos más, y me encontré profundamente decepcionado con lo que la arquitectura en mi país depararía para mí.
Algo que he leído mucho es de que los arquitectos no somos artistas, reparten esta frase de manera indiscriminada, tal es esto que me imagino a jóvenes estudiantes de arquitectura siendo acribillados con plomo, volviéndolos monocromos, matando una parte importante de la arquitectura, el estilo personal.
Recuerdo una vez llegar a una entrega final, (como siempre tarde) y ver que todas las maquetas ordenadas ya sobre las mesas eran parecidísimas unas a otras, incluyendo la que llevaba yo aún en las manos; ¡Que golpe tan fuerte fue para mí!, y no digo esto con ánimos de diferenciación ególatra, sino al verme y ver a mis compañeros como un gran grupo de arquitectitos estereotipados en potencia, de casas alargadas y planas con grandes volados y patios cuadrados siempre verdes. No podías diferenciar que proyecto era de quien, algo que no era tan difícil tarea en los primeros años. Lo peor es que nunca supe cuando se produjo el cambio, y es algo que aún me molesta a sobremanera. Y si, alguna que otra vez escuche que uno es recién arquitecto a los 40 o 50, entiendo esto como que tienes que salir de la universidad para aprender todo de nuevo, y volverte arquitecto por tí mismo; para no ver mermadas tus capacidades, este proceso de olvidar todo lo que nos enseñaron es difícil y muchas veces inconsciente, y en la mayoría de casos nunca se lleva a cabo, y sí, responsabilizo a los profesores de matar parte del talento nato de muchos de nosotros.
La arquitectura no debe enseñar estilos, sino valores universales y ser encaminados en base al criterio propio del alumno, formar este criterio debería ser la principal función del docente. Y no explotarla como muchos pseudo-docentes como un limitante; la universidad daña seriamente la creatividad en muchos casos.

La enseñanza no es ya exigente.
Un gran poder conlleva una gran responsabilidad como dijo el tío Ben, y como tal, formar a los futuros arquitectos que recibirán esta responsabilidad es un deber aún mayor. Desde que estaba en clases sentí que la arquitectura había perdido mucho de la exigencia que se percibe como necesaria para formarse como arquitecto, y esta va en disminución con el transcurso de los años.
Recuerdo también que cuando comencé a estudiar arquitectura éramos un salón de aproximadamente 50 alumnos, en el transcurso de dos años y medio quedamos reducidos a una cantidad cercana a los 20, la arquitectura es una de las carreras en la que es necesario un filtro, por no decir varias capas de ellos, hay gente que simplemente NO puede ser arquitecto, creo fielmente que esta exigencia debe ser inherente a todo docente de arquitectura respetable, la arquitectura es una de las carreras que más pasión requiere, aquel alumno que no la tenga debería ser excluido de ella por un medio u otro. Drásticamente, menos arquitectos.

Dejo este escrito como anónimo, porque estoy seguro de que hay muchos más alumnos cuestionándose por las mismas cosas acerca de la enseñanza de la arquitectura en este tiempo de entregas finales, y me gustaría pensar que escribo por unos cuantos de ellos.

¡Saludos cordiales!










RESPUESTA:


Como bien indicas, estás mirando el tema detrás de un cristal apasionado, “aplicando la ley Campoamor”. Esta manera de enfocar las cosas resulta difusa y beneficia al marketing o dicho de otra manera: a lo que el consumidor quisiera para finalmente comprar un producto. En este caso, nuestra profesión no debe “subjetivizarse”, ser profesional resulta “determinantemente objetivo”. La calificación subjetiva del resultado es mas bien del usuario, quien tiene libertad de usar términos relativos como la cita que se hace a las frases del arquitecto Luis Barragán.
Dejemos de lado aquello que hacemos todos los días: creer en una buena oratoria, y enfoquémonos a la veracidad del contenido: es cierto lo que me dice el orador? o es que lo dice porque sabe que es lo que quiero escuchar???
Un gran error es creer que lo que se dicta en clase es 100% verdad. Es nuestra responsabilidad como alumnos y/o profesionales verificar la veracidad de las cosas que nos dicen. Algo que se ha perdido o que es inexistente en nuestras escuelas es la lectura. Si bien es cierto que nuestras bibliotecas son muy pobres, también es cierto que el internet es una gran puerta al conocimiento, siempre y cuando sea usado con criterio y cuidado. Debemos leer, mientras más lectura se logre mejor, debemos analizar y finalmente discernir un resultado responsable y evitar usar fuentes de información como: “corresponde a lo que me dijo tal o cual persona”. Lo profesional es citar la bibliografía, aquella que responda a estudios serios y reconocidos a nivel académico internacional. Profesionalmente no es valido citar frases que no conducen a tema objetivos, hay que citar el analisis y las conclusiones verificadas.
Lo que suele suceder en las escuelas de provincias es que el profesor es un profesional que tiene tiempo de dictar clases y se acomoda a la estructura existente de las facultades. No necesariamente tiene el conocimiento, lo que suele hacer es verificar la bibliografía de la escuela y desde ahí elaborar el curso. Hay que verificar la calidad del contenido y el conocimiento del docente en relación al tema que va a dictar.
Si bien es cierto, la Arquitectura como profesión es un tema y la enseñanza de la misma es otro aparte; finalmente convergen en lo mismo: La Praxis. No obstante, la praxis es un incansable proceso de perfeccionamiento, a grado tal que convierte la práctica de nuestra profesión en un "oficio".
En países un poco más avanzados, por decirlo de alguna manera, para ser profesor en una facultad se solicita que el docente cuente con el grado de Doctor en el tema y haber desarrollado un mínimo de 2 años de investigación en el tema específico que va a dictar. También es importante tener en cuenta las investigaciones que realizan por año cada facultad en universidades "de primer mundo", a diferencia  de nosotros, donde no existe la investigación como aporte a nuestra sociedad.

Finalmente y sin afán de desanimar al lector, la responsabilidad de lograr un óptimo conocimiento está en el alumno. El alumno debe aprovechar las clases universitarias como una primera guía y luego investigar y analizar el tema estudiado. Ser profesional no es ir al colegio y aprobar el año, ser profesional involucra responsabilidad en cada una de las acciones que van formando la trayectoria profesional/laboral del individuo. 

Para cerrar esta reflexión en relación a la enseñanza, es interesante como se señala en el escrito que precede: "Considero que he tenido profesores muy buenos, y algunos solo buenos, mas no me gusto para nada su forma de enseñar la arquitectura..."
Lo importante es saber aprovechar el conocimiento de tus profesores, el hecho de enseñar de una manera que le guste o no al alumno es un tema meramente comercial y no de contenido. Hay que saber aprovechar al máximo el contenido -y el conocimiento del docente- en cada una de las clases a las que asistimos.

Saludos.


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