El hombre es un ser de su tiempo. Nace y vive dentro de los márgenes determinados de un proceso histórico. Pertenece a una etapa con vivencias y experimentaciones propias, concretas y específicas. Ante el pasado es un ser de reflexión y análisis, con problemas distintos que atender y nuevas incógnitas que despejar de un panorama en ritmo evolutivo. Su existir equivale a la expresión de un todo dentro de un minuto especial de universo. Es un tiempo y un espacio humanos, sobre un semejante tiempo y un semejante espacio cosmológicos.
viernes, 20 de julio de 2012
MANIFIESTO DE EXPRESIÓN DE PRINCIPIOS, 1947
AGRUPACIÓN ESPACIO, 65 AÑOS
El hombre es un ser de su tiempo. Nace y vive dentro de los márgenes determinados de un proceso histórico. Pertenece a una etapa con vivencias y experimentaciones propias, concretas y específicas. Ante el pasado es un ser de reflexión y análisis, con problemas distintos que atender y nuevas incógnitas que despejar de un panorama en ritmo evolutivo. Su existir equivale a la expresión de un todo dentro de un minuto especial de universo. Es un tiempo y un espacio humanos, sobre un semejante tiempo y un semejante espacio cosmológicos.
El hombre es un ser de su tiempo. Nace y vive dentro de los márgenes determinados de un proceso histórico. Pertenece a una etapa con vivencias y experimentaciones propias, concretas y específicas. Ante el pasado es un ser de reflexión y análisis, con problemas distintos que atender y nuevas incógnitas que despejar de un panorama en ritmo evolutivo. Su existir equivale a la expresión de un todo dentro de un minuto especial de universo. Es un tiempo y un espacio humanos, sobre un semejante tiempo y un semejante espacio cosmológicos.
El mundo
contemporáneo trae al campo de la historia un cambio fundamental en todos los
dominios del ser, del conocer y del actuar. Ante la actitud falsamente
romántica y sentimental de etapas anteriores, el hombre vuelve a descubrir
desde nuevos planos el equilibrio esencial de la naturaleza. Libre de
manifestaciones puramente emocionales halla un nuevo sentido de sinceridad.
Abandona las formas exteriores en su expresión escuetamente epidérmica y
decorativa para tomarlas como productos de un fondo en comunicación con la
sustancia. Olvida los convencionalismos académicos de un todo social
jerarquizado en simple actitud de superficie, y se revela tocado de una
angustia vital decididamente metafísica. Es decir, vuelve a encontrarse como
valor humano primordial.
Entre el
mundo de ayer y el mundo de hoy, se ha establecido el origen de la experiencia más
honda de la historia; la génesis de un hombre nuevo y la elaboración de su
mensaje. El arte, como medio de manifestación integral y vivencia mas propia de
la naturaleza humana, resume e integran casi su totalidad la comunicación del
ser contemporáneo y se realiza para definirlo. En él se desarrollo todo un
proceso espiritual y material, ya no como la historia objetiva y narrativa de
un simple transcurrir de normas, sino como la realización cuidadosamente
elaborada de estos procesos, por la actitud del hombre frente a ellos. El arte
no expresa una forma en sí o por sí, sino el total de una experiencia humana
ante los esenciales valores que integran el campo dinámico del ser.
La
revolución está iniciada a grandes distancias históricas por figuras extrañas
al sentir de sus tiempos, pero llega a resolverse sólo en la segunda mitad del
siglo XIX. El arte post-romántico, no es la terminación y cierre de un proceso
ajeno y opuesto al modo de concepción actual; es el comienzo de una nueva
etapa. En las resoluciones y extrañas inquietudes que continuaron la era del
romanticismo, incidieron Manet, Cézanne, Debussy, Ravel, Rimbaud y tantos otros
situados en el plano divisional de dos sensibilidades antagónicas, buscando los
elementos y en cierto modo los ejes funcionales que luego plasmarían una
actitud definitiva a través de las obras de Picasso, Bracque, Gris, Joyce,
Gilde, Vallejo, Archipencko, Maillol, Stravinsky, Bartok, Berg, Claudel,
O’Neill y el resto de figuras ya específicamente contemporáneas
La
arquitectura, como arte de síntesis, producto de todos los conceptos básicos y
primordiales de un tiempo a través de formas y volúmenes, ha sido-en el proceso
actual-,el último de los valores estéticos en revolucionarse. No obstante, este
retraso ha obedecido a una razón categórica de esencia. Era necesario que la
metamorfosis se realizara plenamente en todos los planos asequibles al hombre,
para que la arquitectura concretase en sí, la formula total de un nuevo tiempo.
Habían transcurrido caso doscientos años de falsificación y copia del pasado.
Los estilos de los siglos XVIII y XIX no fueron sino combinaciones arbitrarias
y alteraciones perfectamente irresponsables de las esencias arquitectónicas
antiguas. Un anti-arte; en el que lo decorativo, lo accesorio, lo
intrascendente y lo superficial, sirvieron de base a mistificaciones vagas,
como concepto de un estatismo objetivado, vacío de interior y de resoluciones.
Contra esta temática de exteriorismos y esta adulteración de ideas y conceptos,
reacciona violentamente la arquitectura actual. El problema reside siempre al
interior. Su planteamiento y su eliminación de incógnitas se traducen en un
sentido verificado en el espacio, sólo como manera de enunciar la fórmula
encontrada y definir en él a las esencias. De ahí el funcionalismo de la
arquitectura de hoy. De ahí su existencia al margen de predeterminados estilos
académicos. De ahí su proyección hacia el futuro, como encuentro de una
concreta manifestación total, partiendo de las bases y expresando las íntimas
sustancias.
La arquitectura
contemporánea es índice fundamental de un tiempo. Resume los factores de un
nuevo concepto universal. Ha vuelto a encontrarse con el hombre total
liberándose del hambre fracción que la mistifica
El
esfuerzo de creadores como Le Corbusier, Gropius, Van der Rohe, Niemeyer,
Neutra, Lloyd Wright y otros arquitectos actuales, se realiza ya en un tiempo y
en un espacio dados, como esencia fundamental y origen del ser contemporáneo.
Desgraciadamente
el Perú -más que cualquier otro país del mundo o acaso al lado de los que
forman la zaga universal-, permanece indiferente, sin mayor inquietud ni
iniciativa, al margen de los trascendentes actos de la revolución
contemporánea. El hombre es expresión de su tiempo. Debe resumir en sí y en su
obra, cualquiera que ella sea, la ansiedad, las inquietudes, los problemas y
las resoluciones de su etapa. En el Perú, debemos afirmarlo, la desorientación
y la apatía toman contornos alarmantes. Los artistas que deben ser conductores
y guías de generación, se pierden aún en una temática folklórica (narrativa y
escuetamente objetivada) o evolucionan a destiempo siguiendo la huella de
antiguos y ya superados revolucionarios. Una que otra figura contemporánea y
esencial, aislada y quizás perdida en nuestro panorama estético, no significa
absolutamente nada en función total para el Perú, como pueblo y como idea. Las
revoluciones son desplazamientos y evolución de masas, no actitud de seres
específicamente individuales. Un hombre puede ser un revolucionario pero nunca
una revolución.
En
cuanto a nuestro problema arquitectónico, no cabe siquiera aludir a
individualidades. Los esfuerzos de algunos pocos arquitectos por dignificar la
arquitectura en el Perú, han quedado anulados antes de verificarse, por la
incomprensión total y la existencia de tribunales arbitrarios al resguardo de
la adulteración arquitectónica.
Emplear
nuevos materiales y disponerlos de acuerdo a un “nuevo estilo”, no es realizar
arquitectura actual. Mucho menos, combinar aspectos de arquitectura nacidas en
anteriores épocas sobre el mismo suelo, aunque estas alquimias y extrañas
amalgamas lleven prefijos de novedad supuesta. Con profundo dolor pero al mismo
tiempo con una fecunda esperanza en el futuro, debemos declarar que en el Perú
y en relación al panorama universal contemporáneo, no existe arquitectura. En
nuestro medio, ésta ha permanecido inalterable a toda inquietud renovadora,
agotándose en un régimen tenaz y absurdo de mistificación, en donde la
enseñanza y el realizarse arquitectónicos creían vivir cuando en realidad
morían en cada remedo obstinado. A más de 30 años del nacimiento de una
arquitectura racional y viviente, en el Perú este arte sigue reducido a mero
oficio de aplicar estilos. Que del “greco-romano” o del “renacentista
académico”, hayamos trasladado nuestras preferencias al llamado “colonial”, no
suma ni resta absolutamente nada al problema específico de superar la etapa de
una arquitectura como simple aplicación de elementos estilísticos.
Nuestro
consciente respecto a las generaciones que trabajaron en anteriores etapas de
la historia para lograr una expresión auténtica de sus conceptos, y nuestra
afirmación concreta y categórica sobre un hombre nos lleva a la realización de
un movimiento artístico y especialmente arquitectónico, que en este manifiesto
hace sincera y libre expresión de sus principios. Trabajaremos por una
arquitectura actual, como fórmula del hombre redescubierto en lo contemporáneo.
Lucharemos
por eliminar todas las trabas en contra de esta exigencia básica del tiempo.
Formaremos
una conciencia arquitectónico-social, identificada a las necesidades del nuevo
habitante de lo humano.
Daremos
al hombre nuevo su nueva residencia. La residencia funcional, auténtica,
fórmula de los postulados esenciales de la época, libre de todo estilo y
anécdota accesoria.
Nuestro
movimiento, bajo el denominativo “AGRUPACIÓN ESPACIO” hace un llamado a todos
los arquitectos que sientan en sí la manifestación de un nuevo ser, y extiende
esta invitación a todos los artistas que trabajan de acuerdo con las firmes
esencias de la época, en el convencimiento de un mismo fin común y un mismo
anhelo de realización humana.
Lima, 15
de mayo de 1947.
ARQUITECTOS Y ALUMNOS DE ARQUITECTURA
Luis Miró Quesada, Paul Linder, Adolfo Córdova V., José Polar Zegarra, José
M. Sakr S., Carlos Williams, Gabriel Tizón Ferreyros, Juan F. Benites, Miguel
Bao Payba, Mario Gilardi, Enrique Oyague M., Roberto S. Wakeham, Oscar Vargas
Méndez, Luis Vásquez, Wenceslao Sarmiento, Luis Dorich, Renato Suito, Eduardo
Neira Alva, Jorge Garrido Lecca, Ricardo de J. Malachowski Benavides, Alberto
Seminario, Guillermo Proaño, Luis Maurer F., Fernando Sánchez Griñán P., Ramón
Venegas Deacón, Jorge de los Ríos, Gerardo Lecca del O., Teodoro Scheuch, Henry
Biber, Juan José Dávila L., Hilde Scheuch, Raúl Morey, Alberto H. Aranzaens.
ADHERENTES
AL MANIFIESTO
Samuel
Pérez Barreto, César de la Jara, Xavier Abril, Jorge Eduardo Eielson, Javier
Sologuren, Sebastián Salazar Bondy, Fernando de Szyszlo, Jorge Piqueras, Raúl
Deustua, Carlos Alejandro Espinoza, Emilio Herman S., Leopoldo Chariarse,
Miguel Grau Schmidt, Joao Luiz Pereira, Luis León Herrera.
NOTA.-
Durante las reuniones preliminares, de elaboración del manifiesto y de acuerdo
a un programa, la “AGRUPACIÓN ESPACIO” ha determinado las siguientes
actividades inmediatas:
1.-
Realización de una serie de charlas íntimas sobre distintos problemas y cuestiones
acerca del mundo y el ser contemporáneo.
2.-
Estructuración de un plan de conferencias en locales abiertos de esta capital a
cargo de profesores y especialistas en diferentes campos y categorías del
conocimiento. Entre los títulos de estas conferencias figuran: “Panorama Actual
del Arte”, “Trayectoria de la Arquitectura en el Perú”, “Panorama de la
Filosofía Contemporánea”, “Concepto del Regionalismo en la Arquitectura”,
“Evolución Actual de la Pintura”, “La Estructura en la Arquitectura Actual”, etc.
3.-
Planeamiento de un ciclo de charlas radiales en torno a la idea: “El Hombre y
el Arte Contemporáneo”.
Etiquetas:
1 - Perú,
Teoría del Proyecto
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