- Aquí les dejo un mail de carácter
anónimo que me escribieron en relación a la enseñanza de la arquitectura en nuestras escuelas. En el texto se indica que la autoria es de un alumno, aunque pareciera contar con la seriedad de alguien con mas experiencia, manifestando cierta inconformidad con la enseñanza recibida o experimentada y finalmente con cierta desilución .
Al final del escrito expongo mis
comentarios y apreciaciones.
La enseñanza de la
arquitectura en el Perú
Desde el punto de vista de
un alumno.
Si bien ya
reiteradas veces he leído acerca de las diversas situaciones que afectan a la
enseñanza de la arquitectura en el Perú y de por qué es así y de por qué o
porque no de otra manera, bastó que leyera uno más, que afortunadamente (o desafortunadamente)
fue el suyo el que me impulsara a escribirle una opinión sobre el ya recurrente
tópico, entiéndase por tanto el siguiente texto como opinión personal y se basan
en mi experiencia como estudiante de arquitectura.
La pregunta
básica es: ¿Por qué en todos los artículos que leí ninguno hace ni siquiera una
ligera referencia a la opinión del alumno? Entiéndase esta opinión acerca de que
piensa él de cómo y qué se le enseña.
La mayoría de artículos
señalan y disertan a lo que suponen el
alumno aprende, entiende y como responde a las lecciones aprendidas,
suposiciones que tienen un alto porcentaje de conducir a un error.
Considero que he
tenido profesores muy buenos, y algunos solo buenos, mas no me gusto para nada
su forma de enseñar la arquitectura, de hecho los mejores hablaban de la
arquitectura como algo muerto y cuadriculado, ¿Y dónde quedo el sentimiento en
la arquitectura? ¿Qué acaso cuando uno es profesor ya no se emociona al hablar
de un edificio? Vi en muchos, y con mucha tristeza, la exaltación estética
disminuida, para expresar mejor esta idea, tomare como un ejemplo una de las
frases de Luis Barragán, arquitecto (ingeniero) del cual logro expresar mejor a
lo que torpemente me refiero.
“En
proporción alarmante han desaparecido en las publicaciones dedicadas a la
arquitectura las palabras belleza, inspiración, embrujo, magia, sortilegio,
encantamiento y también otras como serenidad, silencio, intimidad y asombro.
Todas ellas han encontrado amorosa acogida en mi alma” […]
Si se pretende
que los arquitectos seamos artistas pues seámoslo, la arquitectura es la más
sublime de las artes, porque es la única funcional, no me refiero a esta
manifestación con llevar la arquitectura a las formas vanas del postmodernismo
o la racionalización extrema y sinceridad desnuda del modernismo (arto
referidos en esta clase de artículos) sino, a nuestra capacidad como arquitectos/artistas
de emocionar otra vez a las personas, no por cuán grande sean las dimensiones
de la luz en un ambiente o porque tan imposible de construir parece nuestro
edificio, busquemos esa sutileza, dejémosle algo a las personas, cliente, usuario,
que se sienta feliz de vivir en su casa, cada uno de los días que despierte en
ella, no le digamos que es, dejemos que sienta emoción por vivir. ¿No es acaso
esto tan válido como la distribución funcional en una vivienda? ¿Entonces que paso?
Llegue a mis
primeras clases en la facultad esperando cinco años de trabajar con una base
similar, y no recuerdo una sola vez en el transcurso de la carrera en la que algo
remotamente parecido se haya mencionado en el salón de clases, y Dios sabe que
lo anhelé, y sabe también que muchos otros lo desearon, prueba de esto son las
interminables conversaciones de arquitectura, o porque cualquier reunión de
amigos se convertía, inevitablemente, en una discusión arquitectónica, cuando
éramos jóvenes respirábamos arquitectura, poco antes de salir de la universidad
ya no respirábamos más, y me encontré profundamente decepcionado con lo que la
arquitectura en mi país depararía para mí.
Algo que he
leído mucho es de que los arquitectos no somos artistas, reparten esta frase de
manera indiscriminada, tal es esto que me imagino a jóvenes estudiantes de
arquitectura siendo acribillados con plomo, volviéndolos monocromos, matando
una parte importante de la arquitectura, el estilo personal.
Recuerdo una vez
llegar a una entrega final, (como siempre tarde) y ver que todas las maquetas
ordenadas ya sobre las mesas eran parecidísimas unas a otras, incluyendo la que
llevaba yo aún en las manos; ¡Que golpe tan fuerte fue para mí!, y no digo esto
con ánimos de diferenciación ególatra, sino al verme y ver a mis compañeros
como un gran grupo de arquitectitos estereotipados en potencia, de casas
alargadas y planas con grandes volados y patios cuadrados siempre verdes. No
podías diferenciar que proyecto era de quien, algo que no era tan difícil tarea
en los primeros años. Lo peor es que nunca supe cuando se produjo el cambio, y
es algo que aún me molesta a sobremanera. Y si, alguna que otra vez escuche que
uno es recién arquitecto a los 40 o 50, entiendo esto como que tienes que salir
de la universidad para aprender todo de nuevo, y volverte arquitecto por tí
mismo; para no ver mermadas tus capacidades, este proceso de olvidar todo lo
que nos enseñaron es difícil y muchas veces inconsciente, y en la mayoría de casos
nunca se lleva a cabo, y sí, responsabilizo a los profesores de matar parte del
talento nato de muchos de nosotros.
La arquitectura
no debe enseñar estilos, sino valores universales y ser encaminados en base al
criterio propio del alumno, formar este criterio debería ser la principal
función del docente. Y no explotarla como muchos pseudo-docentes como un
limitante; la universidad daña seriamente la creatividad en muchos casos.
La enseñanza no es ya exigente.
Un gran poder
conlleva una gran responsabilidad como dijo el tío Ben, y como tal, formar a
los futuros arquitectos que recibirán esta responsabilidad es un deber aún
mayor. Desde que estaba en clases sentí que la arquitectura había perdido mucho
de la exigencia que se percibe como necesaria para formarse como arquitecto, y
esta va en disminución con el transcurso de los años.
Recuerdo también
que cuando comencé a estudiar arquitectura éramos un salón de aproximadamente
50 alumnos, en el transcurso de dos años y medio quedamos reducidos a una cantidad
cercana a los 20, la arquitectura es una de las carreras en la que es necesario
un filtro, por no decir varias capas de ellos, hay gente que simplemente NO puede
ser arquitecto, creo fielmente que esta exigencia debe ser inherente a todo
docente de arquitectura respetable, la arquitectura es una de las carreras que
más pasión requiere, aquel alumno que no la tenga debería ser excluido de ella
por un medio u otro. Drásticamente, menos arquitectos.
Dejo este
escrito como anónimo, porque estoy seguro de que hay muchos más alumnos
cuestionándose por las mismas cosas acerca de la enseñanza de la arquitectura
en este tiempo de entregas finales, y me gustaría pensar que escribo por unos
cuantos de ellos.
¡Saludos cordiales!
RESPUESTA:
Como bien
indicas, estás mirando el tema detrás de un cristal apasionado, “aplicando la ley Campoamor”. Esta
manera de enfocar las cosas resulta difusa y beneficia al marketing o dicho de
otra manera: a lo que el consumidor quisiera para finalmente comprar un
producto. En este caso, nuestra profesión no debe “subjetivizarse”, ser profesional resulta “determinantemente objetivo”. La calificación subjetiva del resultado es mas bien del usuario, quien tiene libertad de usar términos relativos como la cita que se hace a las frases del arquitecto Luis Barragán.
Dejemos de lado
aquello que hacemos todos los días: creer en una buena oratoria, y enfoquémonos
a la veracidad del contenido: es cierto lo que me dice el orador? o es que lo
dice porque sabe que es lo que quiero escuchar???
Un gran error es
creer que lo que se dicta en clase es 100% verdad. Es nuestra responsabilidad
como alumnos y/o profesionales verificar la veracidad de las cosas que nos
dicen. Algo que se ha perdido o que es inexistente en nuestras escuelas es la
lectura. Si bien es cierto que nuestras bibliotecas son muy pobres, también es
cierto que el internet es una gran puerta al conocimiento, siempre y cuando sea
usado con criterio y cuidado. Debemos leer, mientras más lectura se logre mejor, debemos
analizar y finalmente discernir un resultado responsable y evitar usar fuentes
de información como: “corresponde a lo que me dijo tal o cual persona”. Lo
profesional es citar la bibliografía, aquella que responda a estudios serios y
reconocidos a nivel académico internacional. Profesionalmente no es valido citar frases que no conducen a tema objetivos, hay que citar el analisis y las conclusiones verificadas.
Lo que suele
suceder en las escuelas de provincias es que el profesor es un profesional que tiene
tiempo de dictar clases y se acomoda a la estructura existente de las
facultades. No necesariamente tiene el conocimiento, lo que suele hacer es
verificar la bibliografía de la escuela y desde ahí elaborar el curso. Hay que
verificar la calidad del contenido y el conocimiento del docente en relación al
tema que va a dictar.
Si bien es cierto, la Arquitectura como profesión es un tema y la enseñanza de la misma es otro aparte; finalmente convergen en lo mismo: La Praxis. No obstante, la praxis es un incansable proceso de perfeccionamiento, a grado tal que convierte la práctica de nuestra profesión en un "oficio".
En países un
poco más avanzados, por decirlo de alguna manera, para ser profesor en una facultad se solicita que el
docente cuente con el grado de Doctor en el tema y haber desarrollado un mínimo
de 2 años de investigación en el tema específico que va a dictar. También es importante tener en cuenta las investigaciones que realizan por año cada facultad en universidades "de primer mundo", a diferencia de nosotros, donde no existe la investigación como aporte a nuestra sociedad.
Finalmente y sin
afán de desanimar al lector, la responsabilidad de lograr un óptimo
conocimiento está en el alumno. El alumno debe aprovechar las clases
universitarias como una primera guía y luego investigar y analizar el tema
estudiado. Ser profesional no es ir al colegio y aprobar el año, ser
profesional involucra responsabilidad en cada una de las acciones que van
formando la trayectoria profesional/laboral del individuo.
Para cerrar esta reflexión en relación a la enseñanza, es interesante como se señala en el escrito que precede: "Considero que he tenido profesores muy buenos, y algunos solo buenos, mas no me gusto para nada su forma de enseñar la arquitectura..."
Lo importante es saber aprovechar el conocimiento de tus profesores, el hecho de enseñar de una manera que le guste o no al alumno es un tema meramente comercial y no de contenido. Hay que saber aprovechar al máximo el contenido -y el conocimiento del docente- en cada una de las clases a las que asistimos.
Saludos.
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